¿Entrenar fuerza? Pero si frena el crecimiento
Lo primero que debemos entender es cómo crecen nuestros huesos.
Me faltan dedos del cuerpo para contar las veces que he escuchado este comentario o similares. Sin embargo, ¿hay algo de cierto en todo esto? Veamos si es así.
La osificación es el proceso de formación de huesos. Existen dos tipos:
- la osificación intramembranosa y
- la osificación endocondral.
Es esta última la que determina la formación de la mayoría de los huesos del cuerpo. Mediante la osificación endocondral, el cartílago inicial con el que nacemos se convierte en tejido óseo progresivamente a medida que maduramos. En torno a los 20 años la producción de cartílago óseo se detiene, forzando al hueso a dejar de crecer. Es en este momento donde se puede apreciar la línea epifisaria, el resto de cartílago que no termina de convertirse en hueso y que divide la epífisis (extremos del hueso) de la diáfisis (parte central del hueso).
Ahora que entendemos el proceso de maduración del sistema óseo, resolvamos la siguiente pregunta… ¿El entrenamiento de fuerza frena el crecimiento, mito o realidad?
En el pasado se creía que el entrenamiento de fuerza era perjudicial para los jóvenes y era deliberadamente excluido debido al miedo a que se frenara el crecimiento por las fuerzas ejercidas sobre el sistema óseo.
Afortunadamente, la ciencia nos demuestra que esta noción surgía del desconocimiento y que el entrenamiento de fuerza, bien ejecutado, no frena el crecimiento.
Por lo tanto, ¿es aconsejable el entrenamiento de fuerza en etapas de desarrollo?
Si, siempre y cuando esté supervisado por profesionales conscientes de los modelos actuales de desarrollo atlético (ltad). El entrenamiento de fuerza ayuda al desarrollo del sistema óseo fortaleciendo los huesos y reduciendo el riesgo de fractura.
Bibliografía: